Asimismo, señalamos cómo se considera a la cultura como un momento especial de introspección autónoma de la personalidad. Esencialmente, es dentro del ser humano donde la cultura despliega sus variadas funciones. No podemos obviar que la cultura es la máxima expresión de la libertad humana, evidente no solo en la constante transformación de los elementos a su alrededor, sino también en su capacidad para rechazarlos.
Por ende, ofrecemos la siguiente definición: el sistema cultural es el conjunto organizado de respuestas inmateriales ante un entorno material y simbólico determinado, y en las facetas inmateriales de la acción humana. De hecho, la cultura se percibe tanto como el soporte inmaterial esencial de cada acción humana como el significado detrás de su desarrollo.
Estamos, por tanto, ante un sistema complejo, abierto y autónomo, compuesto por respuestas simbólicas que una sociedad otorga a las necesidades (principalmente motivacionales e integradoras) de sus miembros.
Estas respuestas pueden ser identificadas como signos, formas o símbolos por el individuo inmerso en el proceso de acción. En este marco, la cultura se manifiesta como un compendio de elementos inmateriales que mantienen entre sí una coherencia. Al mismo tiempo, es esta cohesión la que confiere a cada cultura un matiz estético distintivo y una unidad característica, consolidada a través del procesamiento colectivo de los elementos que la integran, respondiendo así a necesidades concretas, tanto sociales como individuales.
El concepto de «sistema cultural» puede extenderse también a fenómenos culturales individuales, como una canción, una prenda de moda, un artículo periodístico, una poesía, una pintura y así sucesivamente. En este sentido, el conjunto de fenómenos culturales representa tanto la fase previa a la acción humana como la sedimentación simbólica de los resultados de esa acción.
Siguiendo el esquema de la imagen, se observa que la cultura, al adaptarse al entorno físico, se distingue por una serie de respuestas vinculadas a la «supervivencia» individual y colectiva. Con «supervivencia» nos referimos al esencial impulso de persistencia tanto a nivel individual como de especie, inherente a toda forma de vida organizada. (1) De hecho, cada cultura parece manifestarse y caracterizarse a través de enfoques específicos para resolver problemas relacionados con la supervivencia. Así, encontramos sociedades cuyos miembros, para subsistir, viven en simbiosis con la naturaleza (como, por ejemplo, los indígenas americanos), mientras que otras practican un dominio y explotación sistemática de la misma. En esencia, la supervivencia adquiere diferentes matices dependiendo de las características inmateriales involucradas en su búsqueda.
De la página 105-6 de «¿Utopía? Persistencias culturales y economía» de Angelo Cacciola Donati